Un cambio de rumbo necesario

MARTA DEL CAMPO. 5 FEB 2013- 18:00. MADRID

El gran entramado societario a través del cual Urdangarín desviaba fondos públicos y privados, sumado a los numerosos escándalos por los que se ha visto salpicada la Casa Real -como la caza de elefantes del rey en Botsuana o la imputación de la infanta Cristina en el caso Nóos- han generado innumerables  debates  en torno a la abdicación del rey y la convocatoria de un referéndum para elegir entre monarquía o república.

Pero no nos engañemos, los motivos de la no adaptación  de la monarquía a la situación real del país están claros: para todos aquellos que no vivimos la legislatura constituyente, parece un anacronismo la coexistencia de una monarquía hereditaria  y un parlamento democrático en un Estado social como el nuestro.

Además, la figura del rey aparece en la Constitución como inviolable, lo que le proporciona una posición privilegiada que no contenta a aquellos que abogan por la igualdad de todos los ciudadanos. Todo ello por no hablar de la opacidad financiera de la Casa Real, que hasta ahora ni siquiera debía rendir cuentas sobre en qué se gastaba el presupuesto asignado por el Estado.

Y la pregunta clave es si España es monárquica realmente. La respuesta, clara: no. De hecho según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS),  el apoyo a la Corona se encuentra en sus cotas más bajas. Lo cierto es que una monarquía parlamentaria no parece el modelo más adecuado para la España actual, si bien es cierto que con esta Constitución se hace imposible una forma de gobierno distinta a la monarquía.

 

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