Archivo mensual: marzo 2013

Ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos

A Chávez  se le recordará  como una oportunidad desaprovechada

Criticar a Hugo Chávez  por ser un  dictador es resumir y resolver una etapa muy compleja. No se  puede dejar de lado que en elecciones continuadas su triunfo fue  gracias al apoyo de la mayoría de los ciudadanos, siempre bajo suma de errores  que se suceden en un aparente sistema democrático.  Y el resultado es el retraso de Venezuela, que llegará antes o después, y con él la  ruina de los que  aún hoy apoyan su forma política. Pero  esto no es consecuencia de una forma  dictatorial  sino de la avaricia al  gobernar su nación.

Por ello la muerte de Hugo Chávez supone el comienzo de  una gran  incógnita sobre el futuro de Venezuela. Las opiniones y reacciones sobre el caudillo entre los políticos españoles  son muy variadas. Así, entre elogios  por parte de unos y calificativos contradictorios por parte de otros, Mariano Rajoy ha dicho que con la muerte de Chávez «desaparece una de las figuras más influyentes de la historia contemporánea de Venezuela».

Lo que queda claro es  que  Chávez  representa en la política  una figura importante como caudillo. Nadie niega que su forma de gobierno deje una  huella negativa en cualquier país, pero en cualquier caso es a largo plazo. Ahora bien, es cierto que  borró de Venezuela gran parte de la indigencia y la penuria, pero  también es cierto que no consiguió un país superior que el que recogió.

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Entre razón y corazón

La inestabilidad política en tiempos de crisis no la soporta nadie

Italia tiene una economía fuerte, asentada en una industria diversificada y especializada, un turismo caro pero consolidado y una deuda pública sufragada por los propios italianos. Sin embargo ahí está su marca superior en desempleo, recesión y  deudas del propio  Estado. Los italianos han sido llamados a votar entre un cómico en protesta, una figura política incombustible y un político antisistema.  El partido de Beppe Grillo alcanza alrededor del 25% de los votos, Berlusconi ha “revivido”  y a  pesar de ello  el ganador «relativo» ha sido el dirigente del centroizquierda Luigi Bersani.

Después de ésta fragmentación se plantea una gran incógnita: si se mantiene el bipartidismo (algo ya bastante común entre los países occidentales), se obliga al pacto entre las distintas fuerzas políticas o se obtiene la ingobernabilidad. Con estos resultados en las elecciones  quedan claras dos cosas:  el revés a la austeridad de Monti en su poder temporal y el ascenso de Grillo que ha conllevado que las dos coaliciones de la política italiana sufran  una enorme herida de votos, lo que manifiesta que el bipartidismo está perdiendo fuerza, una directriz que  se ha visto  en menor grado en las últimas elecciones en España.

Tras el desplome de los partidos tradicionales lo más llamativo de éstas votaciones  es plantearse qué tiene en la cabeza y qué quiere realmente una población que ha votado a Berlusconi  de manera que casi llega a gobernar, ignorando los casos de escándalos con menores y prostitutas entre muchos otros.

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