Cómo ser futuro

EL CAJÓN DE ALGETE presenta tres medidas que mejorarían la situación de España

MARTA DEL CAMPO. 19 FEB 2013- 19:00. MADRID

Resulta extremadamente complejo definir desde un punto de vista objetivo la situación en la que España se ve sumergida: un círculo vicioso en el que  el sistema financiero deja de moverse con regularidad y deja de fluir el crédito bancario, lo cual trae consigo una  gran  pérdida de empleos que atraen  a la morosidad y a la insolvencia crediticia. Pero eso no es todo: con  seis millones de parados  que por lo tanto  no cotizan y reciben ayudas del Estado y un deterioro del nivel de vida de los ciudadanos españoles,  España sufre además una crisis política e institucional.

Planteamos por ello algunas soluciones básicas de reactivación que si no se aplican cuanto antes provocará una irrevocable antipatía hacia el sistema por parte de todos los ciudadanos.

1. Bajar el IVA

Una primera medida para reactivar la economía sería incentivar el consumo interno mediante  la bajada del IVA. Así todo sería más barato y se consumiría más.

2. Ayudar a  autónomos y pequeños empresarios

Esta segunda medida consistiría en la eliminación de determinadas exigencias administrativas a las que están obligados en sus operaciones los autónomos, las pymes y las microempresas.

3. Aumento de pensiones y sueldos en relación al IPC

En un momento de dificultad  como el que vive España no podemos tratar a todos por igual. Esta medida consistiría en mejorar las rentas por jubilación con el fin de aumentar el poder adquisitivo de los pensionistas, lo que trae consigo el aumento del consumo.

Pero lo más importante es que este escenario de independencia y dependencia es trabajo de nuestros dirigentes políticos, pues solo ellos podrían guiar un proceso de tales dimensiones, aun  con la sensatez de conocer la antipatía  que ya emana de la sociedad y la falta de fe   que reina entre los ciudadanos.

En preguntas cerradas no entran moscas

Los medios internacionales cuentan asombrados  la incompatibilidad entre el presidente  y las ruedas de prensa

MARTA DEL CAMPO. 13 FEB 2013- 13:00. MADRID

Las actuaciones que están librando los políticos en sus comparecencias son la mejor prueba de que España está soportando una grave  lesión a su característica  democracia. En estos días no dejamos de escuchar duros  debates sobre la condición que  deberían tener los periodistas ante la nueva forma de comparecer de Mariano Rajoy, en  abierto pero sin interacción de los periodistas.  Esta práctica es desde luego una desventaja para los ciudadanos, una violación del  derecho a la información  de esos habitantes que ahora más que nunca reclaman informaciones y respuestas contundentes por parte de los periodistas.

Sin embargo, más difícil  se plantea la cuestión cuando  quien comparece  es un político, que se supone que vela por el país y  trabaja para el pueblo. Pero  esto es solo una suposición, porque si ya se ponía en duda  la primera afirmación de que trabajan por y para los ciudadanos, ahora, tras la intervención sin preguntas del presidente Mariano Rajoy, se pone en duda también  la segunda afirmación sobre el derecho a la información.

Desde mi punto de vista deberían ser los  grandes medios, los periodistas  y los ciudadanos los que protestasen frente a estas situaciones inadmisibles y exigiesen un cambio radical en la práctica. La solución ideal está consistiría en que los periodistas abandonasen la sala de prensa en cuanto supiesen que no van a poder hacer preguntas.   Se trata de una solución urgente que  trate de garantizar la supervivencia de unos medios independientes, que  actúen de vigilantes del poder establecido.

Un cambio de rumbo necesario

MARTA DEL CAMPO. 5 FEB 2013- 18:00. MADRID

El gran entramado societario a través del cual Urdangarín desviaba fondos públicos y privados, sumado a los numerosos escándalos por los que se ha visto salpicada la Casa Real -como la caza de elefantes del rey en Botsuana o la imputación de la infanta Cristina en el caso Nóos- han generado innumerables  debates  en torno a la abdicación del rey y la convocatoria de un referéndum para elegir entre monarquía o república.

Pero no nos engañemos, los motivos de la no adaptación  de la monarquía a la situación real del país están claros: para todos aquellos que no vivimos la legislatura constituyente, parece un anacronismo la coexistencia de una monarquía hereditaria  y un parlamento democrático en un Estado social como el nuestro.

Además, la figura del rey aparece en la Constitución como inviolable, lo que le proporciona una posición privilegiada que no contenta a aquellos que abogan por la igualdad de todos los ciudadanos. Todo ello por no hablar de la opacidad financiera de la Casa Real, que hasta ahora ni siquiera debía rendir cuentas sobre en qué se gastaba el presupuesto asignado por el Estado.

Y la pregunta clave es si España es monárquica realmente. La respuesta, clara: no. De hecho según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS),  el apoyo a la Corona se encuentra en sus cotas más bajas. Lo cierto es que una monarquía parlamentaria no parece el modelo más adecuado para la España actual, si bien es cierto que con esta Constitución se hace imposible una forma de gobierno distinta a la monarquía.